Los expertos creen que la creación de puestos de trabajo es la clave frente al problema de población

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España tiene un serio problema demográfico. Si los poderes públicos no ponen en marcha políticas que lo corrijan, la tendencia es a una gran pérdida de habitantes -medio millón en 15 años y 5,3 millones en 50- y a un envejecimiento progresivo y acelerado de la población, en el que los mayores de 65 años (ahora el 18%) pasarían a ser el 25% en 2031 y el 34,6% en 2066. La tendencia al descenso de población se debe a una caída notable de los nacimientos, por la paulatina reducción del porcentaje de mujeres en edad fertil y el bajísimo número de hijos por mujer, y al aumento, a partir de ahora constante y más tarde acelerado, de los fallecimientos, que superarán a los partos con creces en menos de una década. El envejecimiento, además de a la disminución del porcentaje de jóvenes, se debe a la paulatina llegada a los 65 años de la enorme generación del 'baby-boom', los que ahora tienen entre 50 y 70 años, y a la continúa mejora de la esperanza de vida, que para 2066 podría haber aumentado otros seis años y que colocaría de media el momento de la muerte entre 25 y 28 años después de la actual edad de jubilación. El resultado del análisis prospectivo realizado por el INE apunta a que, si no hay políticas correctoras, a medio y largo plazo los cambios en la estructura de la población pueden comprometer la viabilidad del Estado del bienestar (sanidad, dependencia y pensiones), pues en 2066 la tasa de dependencia, el porcentaje de jubilados y menores de 16 años sobre población activa, podría pasar del 53% actual al 87,7%. Es decir, un escaso 12% de los españoles debería financiar la mayor parte de las prestaciones públicas al resto.

El asunto es tan grave y urgente (los expertos hablan de "suicidio demográfico") que uno de los principales acuerdos de la Conferencia de Presidentes, celebrada el martes pasado, fue que Gobierno, comunidades autonomas y ayuntamientos elaborarán y pactarán antes de que acabe el año una estrategia y un plan nacional para revertir la situación.

La tendencia al envejecimiento de la población española en las próximas décadas es algo innevitable, según todos los expertos consultados, pero lo que sí creen posible es suavizar el proceso y lograr que el descenso de la población española sea menos pronunciado actuando especialmente sobre dos de los elementos fundamentales, logrando un aumento de la natalidad y un claro y creciente saldo migratorio positivo.

Las medidas y políticas sectoriales a poner en marcha son múltiples, incluso varían según los especialistas, pero hay una clave y recurrente, sin la que las demás serán inútiles, que es la urgente necesidad de crear más y mejor empleo. Más cantidad de puestos de trabajo, pero también con contratos y salarios adecuados, totalmente alejados de la actual situación de precaridad laboral, que den seguridad y permitan una emancipación temprana de los jóvenes y mejores condiciones labores y de vida, que faciliten la conciliación de la vida laboral y familiar y el aumento de la tasa de fecundidad (los hijos por mujer). En este punto del diagnóstico coinciden Rebeca Cordero, de la Universidad Europea; Juan Manuel García, de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla; Dolores López, de la Universidad de Navarra, y Antonio López, del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Guarderías

La creación de empleo de calidad debería ir acompañada, para poder motivar y facilitar la natalidad, de ayudas públicas, de mayor número de plazas de guardería y de educación infantil, de flexibilidad y racionalidad en los horarios laborales, de opciones de teletrabajo, de políticas que remuevan las brechas sociales y, sobre todo, de leyes de igualdad que eviten realmente que la maternidad sea un elemento de discriminación laboral.

Los expertos consideran que hay que fomentar también la inmigración, que rejuvenece la pirámide y aumenta el porcentaje de población activa, pero que de forma especial hay que evitar la emigración de los nacionales, que en el último lustro han abandonado España en un número medio superior a los 400.000 al año y que entre 2011 y 2015 han superado con claridad a las llegadas de residentes del extranjero.

El saldo migratorio positivo es trascendental para España como refleja el INE. En su proyección de población a 50 años, en la que el país pasaría de 46,4 millones de habitantes a 41,1, la caída habría sido aún mayor si no fuera porque calcula que la emigración aportará tres nuevos millones de residentes hasta 2066.

De hecho, el propio estudio calcula que si la natalidad mejora la tendencia en un 10% y el saldo migratorio lo hace en un 1% anual, en los próximos 50 años se registrarían 1,2 millones más de nacimientos en España de los previstos y el descenso de la población hasta 2066, que además estará mucho menos envejecida, se reduciría a la mitad. Se quedaría en 43,9 millones.

Una tasa de empleo sostenida y similar a la del resto de países europeos, y con sueldos dignos, sería también garantía del sostenimiento del Estado de bienestar español. Rejuvenecería y asentaría la población, aumentaría el porcentaje de activos y contribuyentes y permitiría sanear las cuentas de la Seguridad Social y recuperar y consolidar unos servicios sanitarios y de dependencia adecuados para el aumento de la demanda prevista. Varios expertos también creen importante mejorar los hábitos de vida de la población para tener unos mayores más sanos y menos dependientes, menos demandantes de servicios públicos, para quienes también se podría flexibilizar e incluso ampliar la edad de jubilación.