Es el primer filtro, aunque a menudo anecdótico, en los procesos de selección
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El currículum ha sido durante años una herramienta fundamental para quienes aspiraban a encontrar trabajo. Saber confeccionarlo bien y, sobre todo, estar en condiciones de rellenarlo con información interesante, podía marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso del candidato. ¿Sigue siendo importante en plena era de internet? Los expertos responden que sí, pero con matices.
“El currículum contiene la información del perfil duro de los candidatos: formación, experiencia e idiomas. Sigue siendo el primer filtro. A quienes pasan el corte se les evalúa luego sobre la parte competencial: comportamientos, aptitudes, habilidades, etcétera”, explica Cristina Soler, responsable de talento de Experis, la firma de ManpowerGroup especializada en atracción y gestión de talento profesional y directivo. Este segundo grupo de datos se obtiene en las entrevistas personales. “Hay quien pone en su currículum que sabe trabajar en equipo o se encuentra cómodo en situaciones de cambio. Es un error, porque no sabemos si es cierto o no hasta que hablamos con los candidatos”, añade Soler.
Existe una tendencia en los últimos años a darle más peso a habilidades intangibles que a la universidad en la que se haya estudiado o incluso dónde se haya trabajado. “Para perfiles junior, en los que los aspirantes por definición no tendrán demasiado bagaje, tienen más importancia las aptitudes que el currículum, mientras que en las posiciones sénior cuenta más la trayectoria profesional”, apunta Alberto Gavilán, responsable de recursos humanos de Adecco.
Los puestos junior no son los únicos en los que el currículum pierde peso: con los mandos intermedios y altos su incidencia es todavía menor. Y más teniendo en cuenta que, por lo general, los puestos de trabajo con una remuneración de 60.000 euros anuales o más suelen cubrirse no a través de ofertas públicas, sino de compañías de búsqueda. “Nosotros accedemos a los candidatos a través de referencias. Los currículums son en este caso un documento de apoyo al que recurrimos una vez ya tenemos nombres y apellidos”, indica Begoña González-Blanch, socia de la firma de headhunters Ackermann Beaumont Group.
Para llegar hasta los candidatos, el equipo de González-Blanch investiga el mercado, repasando quiénes ocupan posiciones similares en compañías de la competencia, informándose de las redes de networking de aquellos perfiles que puedan encajar o leyendo artículos y presentaciones de los afectados, entre otras vías. Tanto es así que, según destaca esta profesional, a menudo realizan entrevistas a las que su contraparte no acude con un currículum para mostrar. “Suele pasar también que quien no está buscando trabajo no se preocupa de actualizarlo, con lo que no sirve de nada buscarlo”, incide González-Blanch.
- Redes sociales: ¿aliadas o enemigas?
Internet y las redes sociales se están ocupando de que la información que contienen los currículums esté disponible para quien quiera buscarla. Pero también aportan algo más. “Ahora la forma de contrastar la historia de las personas es mucho más fácil. Antes dependíamos solo de las referencias que nos aportaba el candidato. Por ejemplo, quien diga ser un experto en una materia muy concreta puede que tenga escritos posts sobre el tema”, subraya Luis Pérez, director de relaciones institucionales de Randstad.
La parte de análisis personal, fruto de la reflexión de los reclutadores, será el elemento determinante en la mayoría de los procesos de selección. Sin embargo, el currículum, aunque no contenga esa información clave, puede servir como una guía de utilidad para el empleador. “La búsqueda de talento en España se sigue haciendo por contactos. Si estás buscando una posición, en el momento en que recurras a tu red de contactos directa estarás limitando tus oportunidades de dar con la persona perfecta”, sentencia Pérez. No se refiere al enchufismo, sino a considerar solo candidatos de cuya existencia se tenga constancia gracias a compañeros, conocidos o incluso redes sociales como Linkedin.
Las nuevas tecnologías han permitido que los currículums pueden incorporar enlaces con publicaciones, vídeos de presentación o proyectos realizados. Y ese es un punto a su favor. El documento en sí, sea de papel o digital, es de utilidad para los reclutadores. Pero hay otro aspecto más que le hace perder relevancia. “La gente está mucho más formada hoy que hace 20 años”, dice Pérez. “La titulitis es menos importante: ahora pesan más la experiencia y las aptitudes”. Y estas últimas no se pueden demostrar por escrito.